Hugo Sánchez, centro delantero de los Pumas, del Atlético de Madrid, del Real Madrid, del Rayo Vallecano, del Ce-laya y de la selección nacional es, para México, el Atleta del Siglo XX.
Definir a un deportista en forma individual durante el enorme lapso que abarca un siglo, es una tarea muy difícil, especialmente en un país como México, de una cierta multiplicidad deportiva.
La única forma de establecerlo, implica el establecer algunos parámetros, que permitan hacer una competencia afín de una que no lo es.
Por ejemplo. Para poder hacer una comparación de un especialista en ciclismo con un jardinero central de beisbol, ¿cuáles puntos serían los que se tenían que comparar?
Por lo mismo, aún con el establecimiento de esas líneas suaves a las que hay que ajustar todo —es decir, los parámetros— quedan una serie enorme de elementos muy subjetivos, desde la óptica de cada quien, a resolver, para poder hacer la evaluación con cierta (nunca absoluta) objetividad.
México ha tenido, en los deportes que antes eran llamados “amateurs”, a ciertos atletas con características como para considerarlos entre éstos, no cualquiera.
No cualquiera que haya ganado una medalla de oro puede ser llamado a esta posición selecta, porque si bien el logro es enorme, con sólo unos cuántos individuos consiguiéndolo, hay ciertos medallistas, casos de Ernesto Canto y Raúl González, cuya presea dorada fue obtenida en 1984 en Los Angeles, en unos Juegos boicoteados por algunos países, lo que demerita en cierta medida el logro.
No es que la medallla no valga en sí, que no pase a la historia de los Juegos o que no represdente nada. Pero no se puede comparar a la que obtuvo otro cuando se presentaron, como debe ser en los Olímpicos, los mejores de los mejores y se les ganó a todos.
Hay que analizar, pues, la calidad de la competencia, las condiciones en que se realizaron los logros, el tiempo que el competidor duró dominando una especialidad o estando al menos entre los mejores, una serie de factores.
Por ejemplo. En cuanto a las condiciones de competencia, difícilmente se puede hablar de alguien que las tuviera más complicadas que Humberto Mariles Cortés, el gran jinete mexicano ganador de medallas de oro individual y por equipos en salto de obstáculos para México.
De no haber realizado un buen papel Mariles, quien tenía pendiente una orden militar de regresar a México debida a intrigas de su propia federación y la desobedeció, quizá iba a purgar una condena de años de cárcel, pero hizo caso omiso y tras de que ganó las medallas, nadie pudo objetar su desempeño y lejos de consignársele se le aclamó. Ya se la cobrarían más tarde.
En cuanto a tiempo compitiendo, el universitario Joaquín Capilla fue el que más tiempo aguantó en el primer nivel en los clavados, lo mismo en el trampolín de tres metros que en la plataforma de diez en un primer plano, dado que obtuvo medallas en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, Helsinki en 1952 y Melbourne en 1956, en la cual, finalmente se hizo del oro.
Los boxeadores olímpicos mexicanos obtuvieron, en el plano amateur, sus medallas de oro compitiendo en México.
Quedan los deportes profesionales, en los cuáles son contados los mexicanos que han actuado con éxito en el extranjero, salvo el boxeo y el beisbol que han dado un buen ramo de competidores de primer nivel.
Pero de entre todos los beisbolistas, campeones, dominadores de su especialidad únicamente ha habido dos que fueron Roberto “Beto” Avila y Fernando alenzuela.
El veracruzano ganó en 1954 el título individual de bateo de la Liga Americana jugando con los Indios de Cleveland. Posteriormente jugó un buen número de años en las Mayores, sosteniéndose como un buen segunda base lo mismo en el fildeo que pegándole a la canica, pero lejos, sin oportunidad de repetir como mejor bateador.
Valenzuela fue un pítcher de primer nivel, el único mexicano que haya conquistado el codiciado trofeo Cy Young. Pero su carrera, por virtud de la posición que ocupa y de su estilo de pitchear, fue de arriba hacia abajo.
En 1980, su primer año en la Liga Nacional, con los Dodgers, ganó tanto el Cy Young como el trofeo al Novato del Año, una hazaña que sólo dos jugadores en la historia de la gran carpa han conseguido.
Ocho años más se mantuvo el sonorense en el pináculo, pero nunca con el mismo éxito y dado que su arma principal, el “screwball” es un lanzamiento que exige demasiado de la articulación del codo, se fue quedando sin ella o tirándola muy de cuando en cuando con lo que su efectividad, bajó.
Pero ambos pudieron aspirar a ser Deportista del Siglo, especialmente, Valenzuela.
El boxeo de paga ha producido un gran número de campeones mundiales aztecas. Por lo mismo, los boxeadores amateurs mexicanos fueron “aves de paso” en los rings, pues su meta era, claramente, el profersionalismo.
Como profesionales, muchos mexicanos han logrado coronas que van desde las de unos días hasta la de varios años, caso éste último, por ejemplo, de Rubén Olivares.
Pero que dominadora su división, al grado de no tener por años, un solo rival que pudiera vencerlo, sólo hubo uno. Julio César Chávez.
El de ciudad Obregón fue (hasta hace algunos años, aunque siga en los rings exponiéndose demasiado) el único boxeador mexicano que haya ejercido un dominio absoluto sobre las divisiones Ligero y Welter-Ligero.
No hemos tenido otro así.
Y aquí es donde se inician las dificultades, porque no es fácil decidir que fue mejor, si los diez años de excelente futbol de Hugo o los de Julio César.
Nos decidimos por Hugo

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